noche de sábado

El sábado asistí a una reunión, me invitaron de último minuto. Necesitaba escuchar nuevas historias así que me decidí a ir. No me decepcionó. Un chico me aseguró que sabía "leer" a las personas y trás 6 cervezas, dos tequilas y varias copas de clericot, le permití "leerme", tomó mi mano y me dijo cosas bastante privadas, por decir algo, que compro flores todos los fines de semana. Y algunos otros detalles que no tenía forma de saber, pues no conocía a nadie en la fiesta, salvo al amigo que me invitó.

Despues fuimos a un bar, y me encontré con viejos amigos y un antiguo amigo con derechos, nos abrazamos como si fuera el fin del mundo. Baile con la mitad de los asistentes, siempre manteniendo mis barreras. Estuve charlando -entre la borrachera- con un chico muy agradable, en algún momento fui a recorrer el bar, que es una casona en el centro histórico, y recuerdo que en algún momento rodé por los suelos, estaba demasiado ebrio. Casí al amanecer me reencontré con él y me besó, tratando de aliviar los raspones dramáticos en mi cara.

 

retrato de un hombre alegre(?)

 

Tenía mucho tiempo sin salir de casa con la intención de embriagarme, fue divertido, encontrar la redención en la pista de baile, abrazar desconocidos, permitir que un chico guapo me robara un beso, pero, fundamentalmente, reconocer que soy una persona distinta a quien fui en mis recuerdos de la ultima vez que hice algo así, y esto es algo muy afortunado. Han sido tiempos duros, pero me han regalado la gran oportunidad de ser congruente, de buscar mi centro de gravedad. Trás levantarme y buscar la salida dando tumbos por el bar aún atestado, salir a la calle y ver el amanecer me resultó recorfontante. Omitiré todas las metáforas ridículas de siempre, el tema es: salí de fiesta, recordé lo divertido que puedo ser, me caí en medio de un bar, pero salí triunfante de ahí al amanecer. No hay más, o mejor dicho: Hay mucho más de mí y para mí.