Hoy se conmemora el Día del Padre en varios países, y dejando de lado la clásica crítica hacía los hábitos consumistas del siglo XXI, en este día me parece interesante explorar en particular aquellas relaciones con el padre que no existen más allá del ineludible componente biológico.
Aunque parezca algo difícil de conceptualizar, hay miles de adultos en el mundo que no tienen el menor contacto con su padre. Ambas partes, vivas y en pleno uso de sus facultades deciden que ese contacto perdido ya no se reanude más. Incluso en esta era de redes sociales, flota en el universo de los bits un saludo de año nuevo que nadie va a escribir y que a su vez nadie va a responder.
Ya Frantz Kafka y Paul Auster nos hablaron sobre este complejo asunto en dos lecturas que te recomiendo ampliamente, Carta al Padre y La invención de la Soledad. Así que yo me enfocaré en cuestiones mucho más terrenales. En los últimos años he podido conversar con muchas personas, hombres y mujeres que no tienen contacto con alguno de sus padres, o ambos. Las razones son innumerables pero basándome en las decenas de charlas y comentarios que me han compartido, puedo afirmar en términos generales, que nadie se levanta un día y tras probar un mal café decide entonces que va a terminar una relación tan significativa, no es tan simple.
Mi investigación de campo me permitió enlistar los consejos que una persona en este situación no necesita escuchar. No porque sean ofensivos, generen conflicto o nos lleven al llanto, básicamente porque son sugerencias inútiles, y en honor a la verdad, resultan fastidiosas (como una puerta rechinando), no causan mayor problema, pero tampoco resuelven nada. La razón es porque no hay nada que resolver.
-Deberías intentar hablar para resolver las cosas…
-¡NO seas orgulloso/a, es tu padre!
-Apuesto a que se puede restablecer la relación (de poderse, se puede, pero no es el punto)
-Nadie es perfecto.
-La vida es muy corta.
-¡Estás exagerando!, seguramente la realidad fue otra. (nadie mejor que un desconocido para opinar sobre la realidad que alguien vive)
-Debes liberarte del odio y vivir en armonía (joder, ¿pero quién habló de odio?)
No cabe duda que estas frases se emiten como un consejo bienintencionado, pero en realidad son innecesarias, ya que en el mayor de los casos provienen desde el más absoluto desconocimiento y falta de contexto. El consejo gratuito y no solicitado siempre es peligroso y más en estos casos, usualmente cuando alguien te comparte esta información, es un mero dato estadístico y no una búsqueda de consejo, así que no pasa nada si solo dices “ah, ok”. Si algo podríamos destacar de esto es que nos lleva a una larga introspección, con todas las personas con las que he charlado sobre esta situación, compartimos la misma visión:
Reconocemos nuestros defectos, somos capaces de ver y agradecer lo bueno que existe del otro lado, y en la complejidad de dicha relación, lo más sensato fue aceptar que nuestra imperfección es incompatible con la imperfección del otro.
Por supuesto, siempre podrás ir por ahí regalando consejos, pero sin afán de arruinarte la diversión y con todo el conocimiento de causa te comparto: Tus recomendaciones se van a ir directo a la basura, las frases motivacionales y reflexiones sobre la importancia de la familia y citas bíblicas sobre honrar al padre tendrán el mismo destino que 6 cuadros de papel higiénico. Ese ha sido mi proceder durante casi una década y entre cientos de personas no he conocido a nadie que haya hecho algo diferente. Pero no hay razón para amargarnos la vida, esto no se trata de la parte buena y la parte mala, sino dos partes con sus respectivos contrastes que no pudieron o no supieron o no quisieron entenderse. Siempre podrás darme consejos sobre cualquier otro tema (como hacer un blog que no esté lleno de estupideces, por ejemplo :P )
El verano ya está aquí, el cactus frente a mi ventana parece danzar con el viento de la mañana. ¡Feliz Domingo!
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