Se acerca el fin de año y definitivamente es buen tiempo de dar paso al lugar común de las reflexiones inherentes a esta época.
Afortunadamente nunca he necesitado ingerir nada para dar paso a la reflexión, una caminata en el ocaso o una buena sesión en el tapete (de meditación) es más que suficiente.
El día de hoy visité a la familia (parcialmente), esos momentos, aunado a una serie de sueños que parecen una reversión de Fellini y Tarantino en mi cabeza, con situaciones o personas de los últimos años, felizmente en esos sueños, todos los cabos sueltos han logrado una resolución. El final de esos capitulos óniricos era muy similar al atardecer de hoy: un cielo cansado lanzando los últimos destellos de la tarde sobre una ciudad también cansada.
Felizmente, yo no me encuentro cansado, por el contrario, podía reconocer un impulso de creación importante. Afortunadamente la evolución no siempre implica renunciar y dejar atrás algo, también abarca incrementar y cultivar lo que se tiene.
Necesito irme a dormir ya, es evidente.
Atardecer encarcelado:
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