Hoy fui a un curso del trabajo, aprendí cosas nuevas e interesantes. Al finalizar me dirigí al gimnasio, me encontré a un amigo de la preparatoria quién en esa época era un desastre, incluso fue expulsado. Pero, como se si tratase de un ejemplo práctico de las cosas que vi en el curso, me contó que terminó sus estudios y ahora le va bien, ha madurado. No este un post de motivación, pero me parece interesante señalar que a final de cuentas, todos podemos tener las riendas de nuestra vida en todos los ámbitos, sin importar el precio del dólar o las condiciones climáticas.
Despues del gimnasio caminé rumbo a mi casa y me encotré a un amigo del taller literario que recién ha vuelto a la ciudad, charlamos sobre las relámpagos que iluminaban el cielo nublado, como en una película gótica.
Después pasé por la Cineteca y me encontré a otro amigo a quién no veía hace mucho tiempo, su sentido del humor y sofisticación ligeramente pretenciosa siempre me hacen reír, justo cuando él entró al cine y yo me disponía a cruzar la calle, se desató la tormenta, y en menos de cinco minutos todo el perímetro de la Alameda estaba inundado. No tenía prisa, caminé bajo la lluvia, dejando que me empapara, llegué a casa y encendí el televisor, después de un par de años rodeado por el silencio en mi departamento, he aprendido a valorar un poco de ruido, aunque, desde luego, es el ruido estriendoso de mi cabeza el que debo apagar.
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