Fue una experiencia muy interesante poder convivir -en silencio- con meditadores de la ciudad, desde luego, no todos estudian el dharma. Esto es lo que vuelve interesante este tipo de reuniones, conocer diferentes perspectivas de la meditación.
La sesión duró una hora. Desafortunadamente no pudo quedarme al finalizar, pero sin duda habrá nuevas oportunidades de compartir esta experiencia.
Está de sobra señalar que las menciones al dharma en este blog nos tienen fines proselitistas. En cualquier caso, permanecer una hora en silencio es algo que cualquiera puede hacer, si a esto añadimos la intención de reconocer los pensamientos que ocupan la mente sin aferrarse a ellos, pinta aún mejor, y sí estamos en medio de la vía rápida más transitada de la ciudad, justo después del ocaso, es un gozo total.
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