Gran desnudo americano #91
Hoy recorría las calles más sórdidas de la ciudad y pasé por la zona de los hoteles de paso del centro histórico, y justo en la puerta de un hotelucho famoso por su inconfundible leyenda de "$30 pesos" escrita en una cartulina brillante, una mujer se me acercó, tendría unos 45 años, estilo ama de casa, incluso su vestimenta era muy distinta a lo que solemos encontrar en una sexoservidora.
Esto me trajo a la mente algunas historias que me ha contado un buen amigo mío que pertenece a la vieja escuela de la parranda potosina, cuando el era joven, allá por los años 70, ocurría que algunas amas de casa, señoras casadas pues, con todo y su bolsa del mandado ejercían la prostitución en hoteles de paso, lo habitual era que hombres solos alquilaban una habitación y las mujeres llegaban a preguntar en que cuarto había cliente. No hay que estar demasiado involucrado en esos ambientes para suponer que esto aún existe.
Total, que lo que me llamó la atención de todo esto es que la mujer me ofrecía sus servicios por solo $130 pesos (unos 12 dólares) y señalaba seductora "130 pesos, con cuarto, mamada y cogida", quizá soy demasiado ingenuo (vaya, es que no suelo involucrarme en juegos de seducción con mujeres) pero me atrevería a decir que esta mujer sintió algún tipo de atracción hacía mí, su coqueteo no me pareció algo fingido, o por lo menos, su expresión no indicaba que yo le pareciera un tipo desagradable.
El punto de esta disertación es notar el valor que ha tomado actualmente el acto sexual, me pregunto si acaso una ganancia de 100 pesos se puede considerar rentable (y acá es donde puedes pensar que soy un santurrón que mira la prostitución como un pecado, para que te lo sepas, para mi no existen los pecados ¿estamos?), a este respecto también recuerdo la charla que tuve con un amigo sexoservidor y al parecer en la prostitución masculina el asunto no es muy distinto, salvo que trabajes para una casa de citas o algo así.
Lo que me ha quedado muy claro en base a charlas con amigos de generaciones anteriores y en base a lo que he visto, es que en esta ciudad, tan pequeña, tan religiosa, tan santurrona, siempre ha habido putos y putas, fiesta, drogas, sexo, pasión y aventura para cualquiera que pueda pagarlos o en su defecto, hacer trueque con cualquiera de estas cosas.
¡Qué divertido es mi San Luis!
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