13 de Noviembre de 2020, 00:21 Hrs.

 Este juego de claroscuros nos está destruyendo las retinas.

 Como un paquete perdido en las bodegas del Servicio Postal Mexicano, a destiempo la nostalgia y el duelo han salido de su sepulcro bajo el tapete y me explotan en la cara. Inundan el baño, manchan el azulejo de la cocina y ni el más tóxico de los desengrasantes logra arrancarlos.

Ya lo había dicho antes, extrañas fuerzas operan sobre la realidad vigente. Como un portal que ha sido hackeado por alguien que solo quiere reír un poco. Creí haber invertido lo suficiente en mi paz interior, pero veo ahora que es un lujo casí impagable, para quienes se aferran a la miseria de los recuerdos editados.