En lo que parece un acto de vulgar psicomagia, el sueño narraba la muerte repentina de una persona que salió de mi vida hace tiempo (pero tú sabes, no es tan fácil. pd, no es un viejo romance ni nada por el estilo), no tenía mayor información del deceso, al parecer ocurrió inesperadamente y por consiguiente, el entorno más inmediato era un caos. No puedo decir que me alegré, de ningún modo, aunque debo reconocer que en el sueño me preocupaba más la expectativa social de mi reacción al hecho que el suceso en sí mismo. De pronto todo lo que he leído y oído sobre paradigmas de construcción social se vuelve tangible, este sueño fue como un acertijo servido en frío, sin previo aviso.
Desde hace tiempo he trabajado la ídea de que esa puerta debe permanecer cerrada, ya que no se ha perdido mucho en realidad, ¡Ojalá manejar las relaciones humanas fuera tan fácil como aprender a programar!, el sueño me ha impactado de tal manera, que siendo las 4 am busqué el teclado de la tablet para escribir este post.
A pesar de la crudeza del sueño (que incluía riña callejera y clase de yoga, ambos sin venir a cuento), me parece un mensaje liberador, sin importar lo que pase afuera, en mi mente el tema está muerto aunque no haya reparado en ello, no es tan relevante ni tan irrelevante como parece (¡gracias maestro Zen!) pero ha terminado.
A esta hora no creo poder dormir de nuevo. Escuchemos esto...
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