Hace seis años tuve un accidente de motocicleta, nada grave en realidad, un par de semanas después había dejado de usar el collarín y los raspones habían desaparecido. Aquella fue una época complicada, estaba en exámenes finales en la Universidad, donde por cierto, las cosas no iban nada bien, he leído que para algunas corrientes de la psicología los accidentes y enfermedades son una forma de somatizar la depresión o ansiedad, en mi caso viendo las circunstancias, este hecho tiene todo el sentido del mundo.
Estaba yo en un fuerte conflicto de autoaceptación y una situación que me impidiera afrontar los asuntos más importantes parecía más que necesaria, o como decían los emos en su momento: buscamos sentir un dolor externo, tan fuerte que logre acallar el dolor interno.
A la distancia de un sexenio, me parece evidente que si bien no fue un accidente grave en lo físico, emocionalmente fue toda una catástrofe, de la cual desde luego, me sobrepuse :)
Este blog no busca ser una fuente de inspiración motivacional, para aligerar este post, digamos que la mierda la provoca uno mismo la mayoría de las veces, basta estar atento para saber cuando es momento de cambiar de rumbo o modificar algo. Justo este año, viví una situación nada alentadora en el ámbito profesional (no diría mala simplemente, not cool) de la cual, pude salir bien, tras notar que a pesar de que no sería facil saltar al vacío de la incertidumbre, era mucho mejor que permanecer en la porquería que resultaba familiar.
Por cursilerías no se para en este blog, os dejo el tontín post que hace referencia al incidente.
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