Soñé contigo, era como la segunda parte de nuestra historia. Me sentí feliz y nervioso de verte, evadiendo por momentos la charla, pero a la vez estando tan conectados como nunca antes, quizá en la constelación de palabras apareció la única pregunta que merece respuesta: ¿qué haré ahora?
y resurge la certeza de que nada importa en realidad, puesto que todo pasará, en la vulgar metáfora de las nubes.
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