miércoles, febrero 08, 2012

El monje que se levanta tarde



Hace un par de días un amigo del centro Zen me envió un par de imágenes del retiro de año nuevo. Me hizo recordar esa gran experiencia, no alcancé la iluminación pero volví a casa con una gran enseñanza : sigo siendo un aprendíz, un novato en esto de las cuatro nobles verdades. Mi cara de alegría/agotamiento no tiene precio.

Para empezar, resulta que en realidad no sabía nada del Zen, ni siquiera sabía usar el  Oryoki (que es un conjunto de tazones empacados en un pañuelo que se deben abrir en cierto orden)  , además es todo un rito a la hora de la comida, usualmente solemos comer y platicar, juguetear con el teléfono, en el twitter, y en el mejor de los casos nos ponemos a pensar en lo que hemos hecho en el dìa o en lo que falta por hacer. En una casa zen es muy distinto, dado que la comida es un evento muy elaborado y preciso, no puedes concentrarte en otra cosa, debes estar atento pues si no pasas el tazón de comida o si acomodas mal tus palillos habrás roto el orden de todo el recinto (y es algo bastante incómodo).

Me sentí cual Kung Fu Panda durante las primeras horas, aunque tenìa toda la intención al ser algo totalmente nuevo para mí no me salían los mantras y meditar ahí ha sido sin lugar a dudas el esfuerzo más grande y agotador en mis casí 8 años de estudiante de budismo, eran sesiones de meditación que duraban horas enteras, luego unos minutos para caminar y otras tres horas en flor de loto.

Recibimos el 2012 meditando, en ese momento ya no sentía las piernas, despues de un hormigueo insoportable, la verdad es que me era dificil concentrarme, en alguna casa cercana unas mujeres cantaban al karaoke canciones de Paquita la del Barrio, se empezaron a escuchar fuegos artificiales en la calle, nosotros subimos a la azotea a ver las estrellas, algo muy curioso ya que en la Ciudad de México el smog rara vez permite observarlas, después brindamos con un vino tinto argentino muy bueno y uno de fabricaciòn casera que en verdad estaba delicioso.

Creo que la verdadera esencia del dharma está en esos detalles, en el trabajo arduo, en tratar de ver más allá de lo evidente, aunque esta fue una gran experiencia, eso no significa que la vida cotidiana no pueda ofrecernos material de análisis, si aspiramos a algo más, debemos aprender a ser capaces de generar  ese conocimiento en cualquier lugar, ya sea en la cima del Everest o en un vagón del metro.


quizà sea algo tarde, pero FELIZ 2012!

y si crees que exagero con lo de los platos, te reto a aprender a hacer esto en 10 minutos y luego a comer sin equivocarte :D






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