Certeza de la agonía, tan solo eso,
tener las pruebas, estar completamente seguro de que es verdad,
aquí sucedía que no pasaba nada.
Pero un día trece, todas las mentiras se hicieron ciertas,
no hubo un mar de fuego, ni una fiera de siete cabezas,
¿cómo fue eso posible? el más grande ocaso ocurrió a las dos de la tarde,
¿en que lugar se ve esto? admitir la derrota es el más grande triunfo.
Un decimosexto día de algún duodécimo mes,
se registró un insignificante infortunio,
la ausencia, el vacío y el silencio
también pueden obsequiarse.
La vida nos solicita devolver la dádiva,
y esa vía suprema no es difícil,
para algunos el regalo es la palabra
para otros lo será el silencio.
Al final parece que se vuelve al mismo punto,
triste pretensión, el hogar ha cambiado,
nada en este mundo conduce a algo que ya no existe,
la ilusión, por cierto, puede omitirse.
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