
Hace una semana, el sábado pasado, tuve un accidente mientras viajaba a bordo de una motocicleta, el resultado fue un esguince de cervicales, raspones, contusiones y una leve depresión, nada grave en realidad, lo mas estresante no fue el accidente en si mismo, sino las circunstancias tan absurdas, no tuve mucho tiempo de descansar, los exámenes, los tramites de la denuncia -de la cual tendré que desistir, un tramite demasiado largo para un resultado pobre-, y algunas cosas de la escuela no me han dejado mucho tiempo de quejarme del accidente o sentirme mal por eso.
Estoy en un remolino frenético intentando resolver asuntos profesionales y personales, quizá no me haga falta tiempo para hacerlo, probablemente lo que me hace falta es la lucidez suficiente para poder lidiar con todo eso. Definitivamente no me puedo morir ahora, tengo demasiadas cosas qué hacer, contrario a la leyenda popular, al momento del accidente no vi ninguna luz, ningún recuerdo vino a mi mente, al contrario, lo primero que hice fue levantarme y buscar un espejo para mirarme. (narciso de mierda!!)
En mi retorcida mente el accidente tiene un significado visceral, sublimado, para mí fue desde luego un percance de tránsito ocurrido a las 11:30 en la avenida Himno Nacional , pero también fue por así decirlo como un bautizo, la experiencia final, pues creo que solo me faltaba un golpe físico, para terminar de comprender las cosas que durante mucho -demasiado- tiempo, tuve la oportunidad de aprender y sencillamente no lo hice. Estos últimos meses han sido como una gran sesión con el médico, tomando radiografías de todo, de mi mismo, de lo que soy, lo que hago y lo que quiero ser y hacer (que ñoño suena eso!)
y claro, la otra gran enseñanza, podría decir, es siempre usar casco y jamás viajar en la moto si la conduce el pinche Alan estúpido!!
he dicho.
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