Aún recuerdo mi primera clase de Yoga, fue en el verano de 2005. Llegué tarde y me sorprendí al ver que todos los presentes en el salón era personas mayores, es decir, jubilados (yo tenía 16 años).
Con la imbecilidad que me caracterizaba en esos días, solo pude lamentar para mis adentros estar rodeado de personas que no estaban realmente comprometidas con el Yoga, "seguramente esta bola de señoras sin quehacer están aquí porque no había lugar en la clase de bordado". Lo cierto es que dominaban las posturas bastante mejor que yo e independientemente de la religión que profesaran mostraban una gran disposición para aprender...
Solo duré tres meses tomando clase, algunos años después volví a la práctica pero solo en sesiones esporádicas. Ahora que vivo en Guadalajara decidí que una buena forma de contrarrestar la nostalgia voraz sería entretenerme con Bikram Yoga, el cual es el Yoga de siempre pero la sesión se lleva a cabo en un salón que está a 40°C.
Se ve mucho más fácil de lo que es, se suda mucho y es complicado seguir el ritmo, pero me obligué a continuar. Cuando estaba a punto de derrumbarme mi instructora me alentaba a seguir estirando músculos que ni siquiera sabía que tenía. Con el paso de los días me resultó más fácil, un día me confíe e hice una comida generosa, lo cual lamenté en la clase ya que tuve que descansar 10 minutos, simplemente no pude seguir. Las sesiones son agotadoras, equivalen sin lugar a dudas a 90 minutos de gimnasio, este tipo de Yoga es más "técnico" y no involucra mayor discurso que el de hidratarse y seguir las posturas, lo cual es más complicado de lo que parece. Cumplí el reto de los 10 días seguidos, por ahora no me es tan fácil acudir a más clases pero sin duda volveré al yoga, aunque sea más sencillo.
Esta entrada de blog es producto de cierto insomnio y su aporte nutricional es nulo, pero espero que en este sitio encuentres algo interesante. namasté!
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