Hoy cumplo 15 meses viviendo solo, quizá para usted, apreciable lector esto no sea un hecho particularmente trascendente, sin embargo y al ser este mi blog, escribiré algo al respecto.
El proceso de vivir solo comenzó hace un par de años, si bien mi sistema familiar no era demasiado asfixiante, llega un momento en el que simplemente empiezas a necesitar tu espacio. No se trata de que quieras hacer algo fuera de lo común en soledad, simplemente tu espacio.
La primavera del 2013 me sorprendió con la posibilidad de concretar este proyecto, de pronto me ví, entre emocionado y temeroso, visitando departamentos en varias zonas de la ciudad. Y como si se tratara de un capitulo de Los Simpson, resulta que el departamento que se anunciaba como "acogedor" era un cuarto de 3 x 2 metros carísimo en una zona insegura, también me tocó visitar uno que parecía buena opción, pero que resulto ser parte de una macrovecindad habitada por ¿cómo decirlo? personas de profesión alternativa a la legalidad,
amantes de lo ajeno pues. Asimismo visité un departamento muy barato, solo tenía un pequeño detalle : estaba en ruinas, fui a ver uno que tenía muebles de piedra y la escalera que llevaba a ese cuarto piso parecía sacada de una película
gore, demasiado macabra como para recorrerla cada mañana.
Finalmente encontré una opción aceptable: buena ubicación, costo aceptable, segunda planta, sin embargo pocos días antes de cerrar el trato el arrendador decidió no concretar el acuerdo, la razón: una persona soltera no es responsable, preferimos rentar el departamento a una familia,
Un par de semanas después encontré una opción aún mejor. Fue amor a primera vista, ubicación excelente, el tamaño perfecto para una sola persona, transporte accesible, fue entonces cuando me mudé y el domingo 21 de julio de 2013 apagué la luz de mi nueva habitación, feliz, con miedo, emocionado, con un dejo de tristeza por el nido abandonado y con ganas de vivir la experiencia.
Desde luego que al principio no fue fácil, enfrentarse solo a los dramas técnicos del hogar, cambiar las luces, aprender a cocinar, limpiar, sacar la basura, saludar a los vecinos. Ha habido momentos buenos y no tan buenos, lo divertido ha sido estar ahí, sabiendo que por lo menos, he aprendido a cuidarme a mi mismo. Quizá el siguiente paso, es recorrer todas las habitaciones internas, hacer una limpieza profunda, y permitir que el sol entre en esos rincones que aún desconozco.
